Trisha, que durante mis gestos y
palabras de arrepentimiento, había girado su cara hacia allá, para que no viera
su llanto, se volvió hacia mi y, al verme echado sobre el suelo, se inclinó,
llena de ternura, me levantó, me rodeó, otra vez, con sus brazos y exclamó:
“Nada de lo sucedido hasta ahora, me
produce el dolor suficiente para reprocharte nada de cuanto tu has podido
hacer; reconozco que tu nunca has hecho mal alguno, por el que se te pueda dar
un castigo.
Lo más triste y horrendo que te pueda
suceder de ahora en adelante es que, alguna persona de nuestro entorno, de
forma anónima, y de cuya identificación nada se sabe, te ha acusado de alta
traición, y vas a ser sometido, como reo, en juicio, ante el más severo y alto
Tribunal de la COPLASI.”
Mi Tutora, y madre protectora, cayó de
bruces a mis pies y dijo unas palabras, tan sinceras como enigmáticas:
“Perdonamos a todos; tu eres el único
que puedes salvar el futuro de nuestra querida Organización Asociativa Comunidad Interplanetaria y
Sideral, de la amenaza inter galáctica de ser
tragados por un agujero negro”.
Se me paralizó el corazón ante tales
afirmaciones, y no sabía qué podría hacer yo, un simple humano terrícola, para
evitar tamaña y cruel aniquilación de nuestro entorno sideral.
Absorto en mi lógico razonamiento,
incapaz de entender la frase de Trisha, el aislamiento total, los ojos
cerrados, la mente en blanco y tumbado con el rostro hundido entre la hierba,
necesite la ayuda de mis cien acompañantes, cuya presencia yo había olvidado
por completo.
…….
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