sábado, 25 de junio de 2016

ESTRELLA ENANA. 39. LGE. 425


“Perdonad todos – dijo Alex, al tiempo que salía corriendo -, debo ir y echar una mano a Priscila y ayudar a los niños en la recolección alimentaria.”

Al estar pendientes de la pregunta de Tiara, y a lo que yo iba a responder, nadie advirtió los ojos de Alex, inflamados por la tensión ocular sufrida al oír esa fatídica interrogación.

Me habían clavado al cuello las afiladas garras de la más monstruosa de las ignorancias humanas.

De inmediato advertí los ojos hambrientos de mis compañeros y dije con tono de sumisión:

“Por el respeto que debemos a nuestros Maestros del saber, remito esta pregunta de nuestra amiga Tiara, y la correspondiente respuesta a la Tutora de nuestra expedición estudiantil.”

La Profesora, de forma autoritaria y decidida:

“No tenemos conocimiento alguno de que tal cosa sea o no posible; les ruego sigan atentos al relato de nuestro colega Filos; ruego que se abstengan de interrumpir, con este tipo de preguntas.”

Como ocurre tantas veces, casi en la mayoría de todos los estamentos sociales, económicos y, aún más, en los eventos culturales, la inteligencia y la razón no están al lado de los peritos y expertos, cuya práctica nunca tocaron con sus manos.

Hay muchos seres humanos, en nuestro espacio planetario que, sabiendo muchos idiomas, nunca hablaron con un perro, un caballo o un loro; dicho de otra manera, hay muchos analfabetos, rudos agricultores y pastores, que demuestran más educación y humildad, que otros licenciados y doctores.
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