Esa
emocionante cercanía a la Constelación de Sirio, muy lejos de nuestro Sistema
Solar, me resultaba muy agradable; era la rimera vez que iba a llegar tan
lejos, incluso hacía ya muchos tiempos y espacios, en los que habíamos dejado
atrás el brazo prolongado y extendido hacia
el exterior de la Vía Láctea.
Observé
con atención cómo, siguiendo esta línea, pasábamos del Sistema Solar y nos
dirigíamos, sin duda, hacia el extremo mismo de dicho brazo; comprobé que nos
dejábamos atrás la cruz del Sur y a nuestra izquierda el grupo de los planetas
solares, incluida la Tierra.
Las
distancias eran astronómicas y lejanas, pues era evidente que estábamos a punto
de salirnos de nuestra Galaxia.
Fue
entonces cuando Proto anunció:”
“Estamos
llegando a nuestro destino, es el último planeta de nuestra Galaxia, se llama
Vetinjú, y pertenece a un Sistema Estelar, denominado Panteland, de la que aún
nadie tiene noticia, y cuyas dimensiones reales son proporcionalmente el triple
de nuestro Planeta Tierra”.
Mi
cabeza, con mi cerebro, comenzó a hacer cálculos, para concluir que era una
estrella tres veces mayor que nuestro Sol, un planeta N veces mayor que la Tierra, e igualmente que
los seres que lo habitaban eran gigantes de una altura muchas veces mayor que nosotros.
…….
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