martes, 7 de junio de 2016

ESTRELLA ENANA. 31. LGE. 417


Esa emocionante cercanía a la Constelación de Sirio, muy lejos de nuestro Sistema Solar, me resultaba muy agradable; era la rimera vez que iba a llegar tan lejos, incluso hacía ya muchos tiempos y espacios, en los que habíamos dejado atrás el brazo prolongado y extendido  hacia el exterior de la Vía Láctea.

Observé con atención cómo, siguiendo esta línea, pasábamos del Sistema Solar y nos dirigíamos, sin duda, hacia el extremo mismo de dicho brazo; comprobé que nos dejábamos atrás la cruz del Sur y a nuestra izquierda el grupo de los planetas solares, incluida la Tierra.

Las distancias eran astronómicas y lejanas, pues era evidente que estábamos a punto de salirnos de nuestra Galaxia.

Fue entonces cuando Proto anunció:”

“Estamos llegando a nuestro destino, es el último planeta de nuestra Galaxia, se llama Vetinjú, y pertenece a un Sistema Estelar, denominado Panteland, de la que aún nadie tiene noticia, y cuyas dimensiones reales son proporcionalmente el triple de nuestro Planeta Tierra”.

Mi cabeza, con mi cerebro, comenzó a hacer cálculos, para concluir que era una estrella tres veces mayor que nuestro Sol, un planeta  N veces mayor que la Tierra, e igualmente que los seres que lo habitaban eran gigantes de una altura muchas  veces mayor que nosotros.
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