lunes, 13 de junio de 2016

ESTRELLA ENANA. 33. LGE. 419


Me desperté en una habitación en forma de pirámide individual, encontrando en cada ángulo de la misma todo lo que podía necesitar en ese momento; agua y aire para lavarme y secarme, un excelente desayuno y una túnica que entendí debía vestir para poder asistir a la  oportuna ceremonia y encuentro con el Jefe Supremo que ya era mi fija obsesión.

A los pocos minutos, hablando como nos expresamos en la Tierra, una señal luminosa y una suave voz de mujer, me invitaba a salir de mi estancia e incorporarme a la asamblea comunitaria; pude apreciar un botón luminoso a la altura de mis ojos, lo toqué con un dedo y la nave se empezó a desplazar automáticamente.

Tras veinte minutos de espera, en tiempo terrestre, una casi imperceptible vibración, comprobé que la pirámide en que estado, había desaparecido y me encontraba sentado en un confortables sillón, al lado de mis compañeros y en medio de una numerosa asamblea, compuesta de mucha gente de ambos sexos y diversas edades.

En breves momentos creía comprender todo lo que había pasado desde el final de la cena y ese momento; todo funcionaba de forma autómata, y apenas te podías dar una idea de lo que estaba sucediendo.

Un mundo extraño, sofisticado y cómodo que, no te daba tiempo a ver el origen de cada movimiento y traslación de lugar; tuve la sensación de estar dormido, que era real, sino que estaba sumido en un sueño y que no era dueño de mi mismo.

Nos habíamos posado sobre un simple asiento;  era convertible, que se pasaba de sillón a cama, pirámide, cuarto de aseo y vehículo que me había desplazado y trasladado a muy diversos espacios, quizá distantes, en tiempo y forma, que yo no había podido impedir ni controlar; estaba en un mundo diferente, y debía adaptarme sin demora, para no volverme loco y pensé:

“Déjate llevar, si quieres llegar a donde deseas.”
…….

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