Me
desperté en una habitación en forma de pirámide individual, encontrando en cada
ángulo de la misma todo lo que podía necesitar en ese momento; agua y aire para
lavarme y secarme, un excelente desayuno y una túnica que entendí debía vestir
para poder asistir a la oportuna ceremonia
y encuentro con el Jefe Supremo que ya era mi fija obsesión.
A
los pocos minutos, hablando como nos expresamos en la Tierra, una señal
luminosa y una suave voz de mujer, me invitaba a salir de mi estancia e
incorporarme a la asamblea comunitaria; pude apreciar un botón luminoso a la
altura de mis ojos, lo toqué con un dedo y la nave se empezó a desplazar
automáticamente.
Tras
veinte minutos de espera, en tiempo terrestre, una casi imperceptible
vibración, comprobé que la pirámide en que estado, había desaparecido y me
encontraba sentado en un confortables sillón, al lado de mis compañeros y en
medio de una numerosa asamblea, compuesta de mucha gente de ambos sexos y diversas
edades.
En
breves momentos creía comprender todo lo que había pasado desde el final de la
cena y ese momento; todo funcionaba de forma autómata, y apenas te podías dar
una idea de lo que estaba sucediendo.
Un
mundo extraño, sofisticado y cómodo que, no te daba tiempo a ver el origen de
cada movimiento y traslación de lugar; tuve la sensación de estar dormido, que
era real, sino que estaba sumido en un sueño y que no era dueño de mi mismo.
Nos
habíamos posado sobre un simple asiento; era convertible, que se pasaba de sillón a
cama, pirámide, cuarto de aseo y vehículo que me había desplazado y trasladado
a muy diversos espacios, quizá distantes, en tiempo y forma, que yo no había
podido impedir ni controlar; estaba en un mundo diferente, y debía adaptarme
sin demora, para no volverme loco y pensé:
“Déjate
llevar, si quieres llegar a donde deseas.”
…….
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