jueves, 30 de junio de 2016

LGE. Publicación especial. S/N.


UNA VOZ  GRITA EN EL DESIERTO:

“Estimados dirigentes de nuestra política nacional:

Como simple observador, enamorado de la Libertad, la Verdad y la Justicia, NO HAGAIS MAS DAÑO a las gentes de nuestro pueblo, trabajador, sencillo y alegre, que ha dicho con su voto lo que quiere y espera de todos vosotros:

¡¡¡¡¡¡¡ DIÁLOGO !!!!!!!

Si no sois capaces de respetar su voz, yo, en su nombre, os ruegoque dejéis ya, de una vez, vuestras individualistas políticas.

ENTRE LAS PERSONA DE ESTA TIERRA, L@S NIÑ@S, L@S JOVENES Y L@S ADULT@S, DESDE LA REALIDAD  DE CADA UN@, sin excepción, TOD@ TENEMOS LA MISMA DIGNIDAD,
LAS  OBLIGACIONES Y DERECHOS CORRESPONDIENTES.

TU OPINION, si la tienes, TAMBIËN IMPORTA, exprésala.”
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miércoles, 29 de junio de 2016

ESTRELLA ENANA. 41. LGE. 427


Trisha, que durante mis gestos y palabras de arrepentimiento, había girado su cara hacia allá, para que no viera su llanto, se volvió hacia mi y, al verme echado sobre el suelo, se inclinó, llena de ternura, me levantó, me rodeó, otra vez, con sus brazos  y exclamó:

“Nada de lo sucedido hasta ahora, me produce el dolor suficiente para reprocharte nada de cuanto tu has podido hacer; reconozco que tu nunca has hecho mal alguno, por el que se te pueda dar un castigo.

Lo más triste y horrendo que te pueda suceder de ahora en adelante es que, alguna persona de nuestro entorno, de forma anónima, y de cuya identificación nada se sabe, te ha acusado de alta traición, y vas a ser sometido, como reo, en juicio, ante el más severo y alto Tribunal de la COPLASI.”

Mi Tutora, y madre protectora, cayó de bruces a mis pies y dijo unas palabras, tan sinceras como enigmáticas:

“Perdonamos a todos; tu eres el único que puedes salvar el futuro de nuestra querida Organización  Asociativa Comunidad Interplanetaria y Sideral, de la amenaza inter galáctica de ser  tragados por un agujero negro”.

Se me paralizó el corazón ante tales afirmaciones, y no sabía qué podría hacer yo, un simple humano terrícola, para evitar tamaña y cruel aniquilación de nuestro entorno sideral.

Absorto en mi lógico razonamiento, incapaz de entender la frase de Trisha, el aislamiento total, los ojos cerrados, la mente en blanco y tumbado con el rostro hundido entre la hierba, necesite la ayuda de mis cien acompañantes, cuya presencia yo había olvidado por completo.
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lunes, 27 de junio de 2016

ESTRELLA ENANA. 40. LGE. 426


Reclamo, (como un simple aprendiz de “sabio”, no de “saber”, sino de ese óptimo  “saborear” los conocimientos que adquirimos, con la práctica real), una prudencia sin límites, antes de afirmar o negar algo, de lo que no se tiene una idea clara y segura.

Y, sin más, continué mi relato, comenzando por el momento, en que lo había dejado, viendo llorar a mis compañeros, no se si de lástima por mi, o de la forma e insolencia, en que yo la había tratado:

 Trisha me apretó entre sus brazos, y, como una madre, que lleva mucho tiempo sin ver a su hijo, guardó un largo silencio, hasta que noté como sus lágrimas me quemaron las mejillas.

“Perdóname, Trisha, - le dije, avergonzado y muy triste –; me arrepiento de haberte dicho palabras de un mal alumno, y de peor hijo; primero, me aparté de la nave, en ÍO, y tuvisteis que volver sin mi; luego, la curiosidad, pudo más que mi cordura de fiel alumno y, al final, después de haber venido hasta aquí a buscarme, no te he dado ni las gracias; al contrario, te he tratado con tanto rigor, haciéndote culpable de mis merecidos sufrimientos.”

Ella, al verme llorar de pena, limpió mi rostro con su turbante de seda, me dio un prolongado beso en la frente, que me hizo recordar a la mujer que me parió, en una cabaña de Puno y, también a la que me adoptó como hijo y hermano de Laura, la “Niña de Cristal”, en el Tere Vaca, allá, sobre la cumbre de la Isla Rapanuí.

“Si todavía te queda un poquito de amor, en tu dolorido corazón, perdona mis delitos y trátame como merezco; prometo ser dócil y lograr todo lo que esperáis de mi.”
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sábado, 25 de junio de 2016

ESTRELLA ENANA. 39. LGE. 425


“Perdonad todos – dijo Alex, al tiempo que salía corriendo -, debo ir y echar una mano a Priscila y ayudar a los niños en la recolección alimentaria.”

Al estar pendientes de la pregunta de Tiara, y a lo que yo iba a responder, nadie advirtió los ojos de Alex, inflamados por la tensión ocular sufrida al oír esa fatídica interrogación.

Me habían clavado al cuello las afiladas garras de la más monstruosa de las ignorancias humanas.

De inmediato advertí los ojos hambrientos de mis compañeros y dije con tono de sumisión:

“Por el respeto que debemos a nuestros Maestros del saber, remito esta pregunta de nuestra amiga Tiara, y la correspondiente respuesta a la Tutora de nuestra expedición estudiantil.”

La Profesora, de forma autoritaria y decidida:

“No tenemos conocimiento alguno de que tal cosa sea o no posible; les ruego sigan atentos al relato de nuestro colega Filos; ruego que se abstengan de interrumpir, con este tipo de preguntas.”

Como ocurre tantas veces, casi en la mayoría de todos los estamentos sociales, económicos y, aún más, en los eventos culturales, la inteligencia y la razón no están al lado de los peritos y expertos, cuya práctica nunca tocaron con sus manos.

Hay muchos seres humanos, en nuestro espacio planetario que, sabiendo muchos idiomas, nunca hablaron con un perro, un caballo o un loro; dicho de otra manera, hay muchos analfabetos, rudos agricultores y pastores, que demuestran más educación y humildad, que otros licenciados y doctores.
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jueves, 23 de junio de 2016

ESTRELLA ENANA. 38. LGE. 424


En mi interior, sentí una duda que, de momento, me era imposible comprender y, menos, resolver:

¿La “COPLASI” era conocedora de esa novedosa y rara  posibilidad de convertirse en nube, que poseían el matrimonio Alex-Priscila y sus hijos?

Nos cruzamos las miradas, y sin pronunciar ni una palabra, los tres firmamos, al instante, el pacto de silencio total sobre el tema de las nubes y la frase oída a uno de mis compañeros.

Cuando se acercaron los niños, los estudiantes y la Tutora, todos me rodearon jubilosos con el anhelo de seguir escuchando el relato de mis aventuras, con su acostumbrada atención y curiosidad.

Priscila se encargó de distraer a sus diez hijos, con el pretexto de proporcionar hierbas, frutas, flores y bulbos para alimentar a tanta gente; mientras Alex se sentó a mi lado, para recordar conmigo la primera parte de la historia, de la que él también era testigo, y deseaba saber lo que había ocurrido a los demás, después de quedarse ellos en el Pequeño Planeta.

Una de las jóvenes estudiantes, sonriendo, levantó los brazos, con ademanes de vuelo,  y preguntó:

“Me ha intrigado la frase de nuestro compañero, cuando ha dicho “¡Yo quiero convertirme en una nube más, …, ¿es un loco deseo de este chico!, o ¿es, de verdad posible, ser una nube en esta zona de nuestro espacio planetario?”
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