lunes, 25 de abril de 2016

ESTRELLA ENANA. 15. LGE. 401



Nadie, ni yo mismo, sabía esta historia ocurrida a Priscila y Alex; y nuestro viaje de Alpha hasta el Pequeño Planeta, era mi sueño dorado, donde esperaba pasar una etapa gloriosa en compañía de mis compañeros de Universidad, al lado de mis viejos amigos y sus hijos.

Desperté de mi hermoso sueño; recordé mi firme promesa:´

“¡Volveré a ver alguna vez a esta pareja de amigos!”

Y lloré, al recordar aquel verso de mi poeta Neruda, que se había hecho realidad en mi:

“¡Es tan corto el amor; es tan largo el olvido!”

Eso venía yo pensando, durante nuestro velóz viaje, desde Alpha Centauri al planeta de mis sueños, cuando en la pantalla de la nave, vi el indicador:

“Estamos llegando a FILOS,  fin de trayecto.”

Recordaba mis últimos momentos y despedida de Alex y Priscila, cuando les dejamos perdidos en el ese tramo de eternidad, que llamamos tiempo; pero la verdad era que estaba a punto de darles un abrazo e iba a permanecer con ellos una larga temporada.

Logré un aterrizaje perfecto sobre el pequeño planeta, donde ya recordaba el amplio espacio, donde habíamos aterrizado y que tanto conocía anteriormente. 

Bajamos todos de la nave; yo me dirijí al lugar exacto, donde dejamos a nuestros compañeros Priscila y Alex; pero no encontramos ni rastro de ellos, vi algunos palos y ramas envejecidas entre la hierba crecida de aquella rústica cabaña que fabricamos entonces, y que ellos ocuparon con tanto gozo y esperanza en el futuro que les esperaba.

Nos resignamos de inmediato; habíamos venido a descansar y repasar los conocimientos adquiridos por mis compañeros de Universidad, durante mi larga ausencia; guardé silencio, para que mis amigos no se contagiaran con mi tristeza; algunos comenzaron a cantar; traté de no amargarles la estancia con mis remordimientos, cuando ellos recién llegaban con el entusiasmo de pasarlo bien en aquel planeta y paraíso solitario.
…….

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