sábado, 23 de abril de 2016

ESTRELLA ENANA. 14. LGE. 400


Al día siguiente Priscila y Alex eran dos  nuevas nubes inteligentes, parlanchinas volando con la sutileza, agilidad, ingravidez y elegancia similar a cualquier otra nube de la atmósfera de aquel pequeño planeta, orbitando  en torno a su “Sol” Estrella Enana.

Pronto se hicieron grandes amigos de todas las nubes existentes; comprobaron que, de vez en vez, algunas se reconvertían en seres humanos y se paseaban por su planeta con la naturalidad de estar en su propia casa; comprendieron la razón de vivir miles de años intercalando periodos como humanos y otros periodos como nubes.

Al mismo tiempo esperaban, en constante vigilia, la llegada de sus antiguas y fieles autoridades de los Vigilantes, mitad monjes mitad militares, que, al no verles se extrañarían, pensando en una posible huida en compañía de otros viajeros u otros viajeros astronautas del extenso Espacio intergaláctico en que vivimos.

Prometemos, en firme, narrar toda noticia que logremos adquirir.

Nosotros, ya somos conocedores de estos secretos celestiales, gracias a la Emisora interplanetaria “SIDERONDAS”; estaremos alerta, haciendo seguimiento de esta nueva y feliz forma de supervivencia natural y dentro de las múltibles posibilidades de ser igual que “ellos y ellas”, las nubes que habitan y cubren nuestros cielos, dotadas de libertad, sencillez y humildad.

Sin ofender, por ello, a ÉL, al Creador y Padre de nuestra existencia temporal.

¡Fabulosa y milenaria ilusión! 

Luego, será el paso a la otra horilla de la felicidad en grado eterno.

Entre tanto, es hora de recordar el momento en que Filos fue raptado y desaparecido, sin más, en uno de los cuatro satélites mayores, llamados Galileos, del planeta Júpiter.
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Pero, ” esa es otra historia.” 
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