Pirámides
son los días,
con
su base en la mañana,
sus
aristas y su vértice,
sus
alegres melodías,
sus
heridas, sangre grana,
y
nuestro sueño bendice.
No
hay dos días iguales,
aunque
sean semejantes,
por
sus cuitas y sus celos,
por
tantas gentes amables,
tan
aparentes amantes
y
tantos embustes sueltos.
Amigos
y compañeros
de
trabajo y picardías,
que
la vida nos alegran,
que
nos erizan los pelos,
nos
rompen las celosías
y
sin la novia nos dejan.
Siempre
hay un come cocos,
que
nos vende hasta la madre,
y,
sólo por quedar bien;
hablan
hasta por los codos,
nos
engañan como nadie
y,
quizás, roban también.
Bendito
sean los buenos,
que
siempre están contentos,
los
que en la encrucijada
eligen
sin argumentos,
llueva,
granice y con viento,
lo
mejor de la jornada.
…….
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