Pirámides en la
Tierra, 7.
Aunque sólo sea
por citar algunas de las particularidades del basto Continente panamericano,
echemos una mirada:
Chile, el país
que más costó a España conquistar, terminó con una carta del prócer Pedro de
Valdivia al Emperador, en que firmaba, sin rubor, que, por fin, habían acabado
con el último araucano en el Mapocho; después sería una presa fácil y reo de
multitud de silenciosos mapuches, en la Guerra de Arauco, donde los
“invencibles” españoles fueron derrotados.
Pedro de
Valdivia fue capturado por el líder Lautaro que, en Tucapel, se vengó, dándole
muerte sin piedad, porque se había burlado de su pueblo.
Páchacutec,
Emperador Inca, del Táwantinsuyo, desde Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y
el Perú, hasta Chile, que 3 siglos antes, había logrado plantar en los jardines
de su palacio de Cuzco con árboles de oro, burló por la ignorancia de sus
herederos y logró confundir a los hambrientos buscadores y conquistadores
españoles que, amenazando de muerte a los servidores incas, “para que dijeran
de dónde habían extraído tanto dorado metal”; pero jamás supieron la verdad,
porque no li sabían.
A lomo de
llamas e incas, Pachacutéc había trasladado de Colombia hasta Cuzco, el ombligo del Imperio, el oro que
conseguía en Colombia, a base de cambiar oro por sal.
México cuenta
con 264 variantes lingüísticas, lo que le coloca a la cabeza de esos países,
con mayor variedad lingüística; la Ley General de Derechos Lingüísticos de los
Pueblos Indígenas, del 15 de marzo de 2003, declaró “lenguas nacionales” las
indígenas (68 y 264 variantes).
Aunque no
podemos prolongar estos escritos, como nos gustaría hacer, retamos a todos,
para que indaguen las mil diferenciaciones, que se nos quedan en el tintero de
muestro ordenador piramidal.
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