Personalmente, he sufrido mucho,
considerando su situación, aunque hice lo posible por evitarlo; no oculto mis
deseos de perdonar, olvidar todo, y ser generoso con ella, devolviéndole su
puesto de Abadesa y Comandante, rango que ella ya poseía antes, cuando pueda
hacerlo.
Ahora, queridos lectores terrícolas,
debo volver a continuar y dar fin a mis estudios universitarios, dadas las
nuevas circunstancias, surgidas en este pequeño Planeta, donde deseaba pasar
muchos lapsos de relajación en compañía de mis compañeras y mis compañeros de
carrera.
Los
motivos de esta repentina vuelta, los que han motivado el abandono de Alex.
Priscila y sus diez hijos, ya los conocéis:
Ellos
están viviendo una realidad muy especial que, nos apetecería compartir; pero
echaríamos por tierra todo el programa de futuro de la COPLASI.
Alex
y su familia, son ya parte de una humanidad diferente, a la podríamos
pertenecer, traicionando a los que nos han recibido, a los nos están formando para
una misión especial en beneficio de cincuenta planetas, entre los que se
encuentra la Tierra.
Cuando
uno de nuestros compañeros hizo aquella manifestación de “yo quiero volar como
una nube”, no sólo la oyeron sus compañeros de excursión, sino miles de nubes
inteligentes que rodean sin cesar aquella atmósfera terrestre del pequeño
Planeta en torno a la Estrella Enana.
Nadie
puede convertirse en una nube inteligente, sin ser previamente invitado por los
nativos; lo cual hubiera sido un trastorno planetario de consecuencias
catastróficas e imprevisibles.
Tras
una noche de conversación con Pricila y Alex, comprendí todo el alcance
sociológico que hubiera provocado nuestra larga presencia continuada entre
ellos, sus hijos y los más tres millones de habitantes, que integra la
población “núbica” del Planeta, en que ellos estaban de visita.
Ellos
no disponen, como los terrícolas, de armas, palos, cantos tallados, hachas,
espadas, pólvora, pistolas, rifles, ametralladoras, bombas no ni misiles; pero
sí disponen de todo el oxigeno, hidrógeno, gases tóxicos y nobles, con los que
disfrutan y manejan con la fuerza de su inteligencia plenipotenciaria contra
cualquier intruso que les invada y moleste.
Al
oír el grito de nuestro compañero, Priscila actuó, de inmediato, como
embajadora nuestra, comunicando que se trataba de una visita de muy corta
duración.
Era
urgente una solución; deberíamos dejar el Pequeño Planeta con la máxima
urgencia posible.
Convoqué
a mis compañeros; les comuniqué que había surgido un imprevisto problema, por lo que debíamos
volver sin dilación al centro aniversario de Alpha Centauri; abrazamos a
Priscila, Alex y a sus diez hijos e hijas, subimos a la nave, con lágrimas en
los ojos, y todos los chicos y chicas, acompañados de Thrisa, emprendimos viaje
de vuelta para finalizar nuestros estudios universitarios en las siete
materias, hasta obtener los correspondientes especialidades y Títulos, que
exige la COPLASI, antes de regresar a nuestros correspondientes Planetas de
procedencia.
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