miércoles, 3 de agosto de 2016

Pirámides en la Tierra, 17. LGE. 447


Alguno puede pensar
que quien así piensa y dice,
es un tipo resentido,
que hoy quiere vengar
y odia, reta, maldice
todo el daño recibido.

Podría ser, razón existe;
a muchos les dio motivos
de vengarse y resarcirse;
hay gentes que no resisten
los ultrajes tan nocivos;
se desquitan antes de irse.

Pero no es este mi caso.
Como el de tantos mortales.
Recuerdo a aquel que dijo,
llorando por su fracaso,
su vagancia  y sus maldades,
por lo que lamento y digo:

“¡Pobrecito mi patrón,
piensa que el pobre soy yo!.”
Y se quedó tan tranquilo.
La suerte del ricachón,
frente a su esclavo y vasallo:
No es suerte, es un suicidio.

Los abusos dinerarios
de los ricos de este mundo,
son las peores pobrezas
son los sufrimientos diarios,
son el miedo más profundo,
de perder sus complacencias.

…….

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